Recuerdo aquella vez que me encontré contigo en la calle de camino a casa de Daniel. Ibas despistado, mirando hacia otro lado, cuando te diste un cabezazo contra una señal. En estos momentos casi puedo verte ahí parado, avergonzado, mirando a tu alrededor para asegurarte de que no te había visto nadie. Y aún sonrío cuando pienso en la cara que pusiste cuando me viste detrás de ti, observándote en silencio. Nunca olvidaré la expresión de tus ojos cuando empecé a reírme. Creo que no pude parar en más de una hora. “Lo siento, lo siento” dije, entre carcajadas, antes de darme la vuelta y marcharme, dejándote frotándote la frente dolorida con una mueca desconcertada. No hemos vuelto a vernos. Pero cada vez que paso por allí, no puedo evitar echar una ojeada en busca de una abolladura con la forma de tu cabeza o algo. Fue genial.
sábado, 23 de octubre de 2010
viernes, 8 de octubre de 2010
Amor imposible.

Te quiero. Siempre te quiero.
Te quiero cuando te sientas
a descansar bajo un árbol
a mi lado, un libro entre las manos.
Y dormitas, y levantas la cabeza,
y cuando te das cuenta de que te observo
sonríes, te alejas y te vas.
Y te quiero cuando paseas
tu mirada perdida y tu corazón ausente,
la cabeza gacha, los hombros hundidos,
el alma llamándome en un murmullo,
pidiendo auxilio, aún sin voz,
amando en silencio, sufriendo en secreto
y, sin querer irte, diciéndome adiós.
Te quiero cuando,
en medio de la noche,
mientras yo finjo dormir
y crees que no te escucho
te acercas a mí y,
en un suspiro, susurras:
"Te querré siempre.
Siempre te querré".
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)